Interesante crónica
Para historiar y comer pescado...
¿Ha pasado inadvertida la crónica publicada el viernes 30 de julio por el diario La Tercera en su página 24? En ella, que habla del centenario del primer vuelo de un más pesado que el aire en Chile, su autor –Manuel Valencia– consigna una versión sostenida por Ricardo Copetta, bisnieto de César Copetta, uno de los dos hermanos que hicieron el que es considerado el primer vuelo de un avión en el país. En dicha versión, el descendiente sostiene que el primer vuelo de su pariente en 1910 habría sido el 20 de agosto, y no el 21 como figura difundidamente hasta el día de hoy. Lo acontecido ese 20 de agosto se atribuye a la ansiedad de los pioneros por probar el aparato Voisin de 50 hp que David Echeverría Valdés y Miguel Covarrubias Valdés habían traído a Santiago poco antes para hacerlo participar en las celebraciones del centenario que tendrían lugar algunas semanas después. “Fue un vuelo corto de 10 metros por uno de altura, pero en rigor constituyó el primero que se realizaba en cielo chileno”… “La historia formó parte de largas conversaciones de sobremesa que escuché en la casa de mi abuelo los domingos. De alguna manera, fui grabándolas en la cabeza…”, sostiene, según el periódico, Ricardo Copetta.
A ver… el tema sin duda es interesante, principalmente porque hasta ahora la fecha que ha sido consignada para fijar en la historia el trascendente hecho del primer vuelo de un avión en Chile ha sido precisamente el 21 de agosto de 1910. Todas las celebraciones, todos los escritos, giran en torno a ella. Desconozco si es que alguien en Chile ha recogido alguna versión como la publicada por La Tercera, aunque lo dudo.
La obra “Historia Aeronáutica de Chile”, de Enrique Flores Álvarez, el principal –y casi exclusivo– historiador de aviación chileno de la primera mitad del siglo XX, y que en 1950 fue declarada “Texto Oficial de la Aviación Nacional” por decreto supremo de Gabriel González Videla, no dice nada al respecto que avale la versión del descendiente de Copetta. Es más, sostiene explícitamente que el primer vuelo fue el 21 de agosto de 1910 y que César Copetta no había volado “jamás antes en su vida”. Lo que ocurrió ese día es ampliamente conocido en el ambiente aeronáutico, así es que no vale la pena profundizar. Desde Flores en adelante, todas las publicaciones nacionales sostienen lo mismo, incluso versiones oficiales institucionales.
No es que lo que haya dicho Flores tenga que ser “la verdad revelada”. Si bien su trabajo es notable (algo así como el regulandum regulatis de estas lides), sus errores u omisiones no son precisamente pocos, aunque en nada desmerecen su obra; gracias a ella, hoy tenemos un relato de primera mano -y muy bien escrito- sobre asuntos de gran importancia y de los que, sin su trabajo, prácticamente no existiría cuenta o sería muy difícil su rastreo. Pero… ¿se equivocó -o se apresuró- Flores acá? (y, con él, todo el resto, incluyéndome). Difícil saberlo de buenas a primeras. Lo cierto es que Flores en la década de los '40 estaba en su apogeo como oficial de la FACh y escritor (ya había publicado dos volúmenes de su magnífico “Historia de la Aviación en Chile”, en 1933 y 1934), y nadie le hacía el peso en estas materias (aunque nuestra historia aérea a nadie le importaba mucho, a juzgar por lo no-escrito en esos tiempos). Y Flores sin duda conoció a Copetta, pionero que falleció el 27 de octubre de 1940 en un accidente de aviación en Los Cerrillos. Curioso que nunca consignara una versión parecida a la de Ricardo Copetta, que yo sepa.
El hecho, a mi juicio, es que el caso ahora es “Historia de Chile vs. Ricardo Copetta”. Habiendo sido fijada por la historia nacional que el primer vuelo fue el 21 de agosto, día en el que ocurrieron determinados y pormenorizados acontecimientos, resulta ahora que pudo haber sido un día antes. Que haya sido un vuelo corto, casual o quizá inevitable (por lo que se dice en la crónica) no le quita mérito alguno, considerando incluso las características del propio primer vuelo de los Wright en 1903 o de Santos-Dumont después, o tantos otros, donde nada parece haber ocurrido muy planeadamente. Además, nadie hasta ahora -ni Ricardo Copetta- puede dar fe de lo que ocurrió realmente ese día, por lo que si fueron 10 x 1 metros, o 20 x 2, o lo que sea que haya ocurrido a nivel de circunstancias, está por verse.
Y en honor a la verdad, yo mismo nunca he investigado bien los pormenores de lo que pasó aquel 21 de agosto de 1910, dando cómodamente por sentado aquello que todas las versiones dicen que ocurrió. Probablemente algo aparezca en la prensa de la época, alguna referencia que avale la versión de Ricardo Copetta, un comentario al pasar hecho por César o Félix luego de su vuelo del 21 de agosto. Vamos a ver qué encontramos, con la mente abierta, como siempre.
Sin embargo, no deja de ser cierto aquello de que la memoria suele ser frágil y es posible que al propio Ricardo Copetta la suya le esté haciendo una jugarreta. Porque convengamos que es complicado –aunque sin duda no inhabilitante– sostener algo de tanta importancia como la oportunidad del primer vuelo de un avión en Chile, basado en antiguas conversaciones de sobremesa o recuerdos que se tratan de fijar a la memoria, como él mismo lo ha dicho al diario local. ¿Vamos a modificar todo porque ahora hay "una nueva versión"? ¡Hombre! ¡A hacerlo si es que fue realmente así, qué maravilla!, pero convengamos en que no es facil tragarse el cuento sólo porque el mismísimo bisnieto de Copetta diga que lo escuchó alguna vez y un reportero llegue y la suelte como si nada... Yo mismo he desechado, documentos en mano, montones de versiones orales de conspícuos "aeronáuticos", mismo asunto que debe haberle ocurrido a varios de mis actuales colegas investigadores, sobre todo en esta época en que la mayoría de ellos trabaja seriamente. Asi es que el revisionismo, cuando se pueda.
A ver… el tema sin duda es interesante, principalmente porque hasta ahora la fecha que ha sido consignada para fijar en la historia el trascendente hecho del primer vuelo de un avión en Chile ha sido precisamente el 21 de agosto de 1910. Todas las celebraciones, todos los escritos, giran en torno a ella. Desconozco si es que alguien en Chile ha recogido alguna versión como la publicada por La Tercera, aunque lo dudo.
La obra “Historia Aeronáutica de Chile”, de Enrique Flores Álvarez, el principal –y casi exclusivo– historiador de aviación chileno de la primera mitad del siglo XX, y que en 1950 fue declarada “Texto Oficial de la Aviación Nacional” por decreto supremo de Gabriel González Videla, no dice nada al respecto que avale la versión del descendiente de Copetta. Es más, sostiene explícitamente que el primer vuelo fue el 21 de agosto de 1910 y que César Copetta no había volado “jamás antes en su vida”. Lo que ocurrió ese día es ampliamente conocido en el ambiente aeronáutico, así es que no vale la pena profundizar. Desde Flores en adelante, todas las publicaciones nacionales sostienen lo mismo, incluso versiones oficiales institucionales.
No es que lo que haya dicho Flores tenga que ser “la verdad revelada”. Si bien su trabajo es notable (algo así como el regulandum regulatis de estas lides), sus errores u omisiones no son precisamente pocos, aunque en nada desmerecen su obra; gracias a ella, hoy tenemos un relato de primera mano -y muy bien escrito- sobre asuntos de gran importancia y de los que, sin su trabajo, prácticamente no existiría cuenta o sería muy difícil su rastreo. Pero… ¿se equivocó -o se apresuró- Flores acá? (y, con él, todo el resto, incluyéndome). Difícil saberlo de buenas a primeras. Lo cierto es que Flores en la década de los '40 estaba en su apogeo como oficial de la FACh y escritor (ya había publicado dos volúmenes de su magnífico “Historia de la Aviación en Chile”, en 1933 y 1934), y nadie le hacía el peso en estas materias (aunque nuestra historia aérea a nadie le importaba mucho, a juzgar por lo no-escrito en esos tiempos). Y Flores sin duda conoció a Copetta, pionero que falleció el 27 de octubre de 1940 en un accidente de aviación en Los Cerrillos. Curioso que nunca consignara una versión parecida a la de Ricardo Copetta, que yo sepa.
El hecho, a mi juicio, es que el caso ahora es “Historia de Chile vs. Ricardo Copetta”. Habiendo sido fijada por la historia nacional que el primer vuelo fue el 21 de agosto, día en el que ocurrieron determinados y pormenorizados acontecimientos, resulta ahora que pudo haber sido un día antes. Que haya sido un vuelo corto, casual o quizá inevitable (por lo que se dice en la crónica) no le quita mérito alguno, considerando incluso las características del propio primer vuelo de los Wright en 1903 o de Santos-Dumont después, o tantos otros, donde nada parece haber ocurrido muy planeadamente. Además, nadie hasta ahora -ni Ricardo Copetta- puede dar fe de lo que ocurrió realmente ese día, por lo que si fueron 10 x 1 metros, o 20 x 2, o lo que sea que haya ocurrido a nivel de circunstancias, está por verse.
Y en honor a la verdad, yo mismo nunca he investigado bien los pormenores de lo que pasó aquel 21 de agosto de 1910, dando cómodamente por sentado aquello que todas las versiones dicen que ocurrió. Probablemente algo aparezca en la prensa de la época, alguna referencia que avale la versión de Ricardo Copetta, un comentario al pasar hecho por César o Félix luego de su vuelo del 21 de agosto. Vamos a ver qué encontramos, con la mente abierta, como siempre.
Sin embargo, no deja de ser cierto aquello de que la memoria suele ser frágil y es posible que al propio Ricardo Copetta la suya le esté haciendo una jugarreta. Porque convengamos que es complicado –aunque sin duda no inhabilitante– sostener algo de tanta importancia como la oportunidad del primer vuelo de un avión en Chile, basado en antiguas conversaciones de sobremesa o recuerdos que se tratan de fijar a la memoria, como él mismo lo ha dicho al diario local. ¿Vamos a modificar todo porque ahora hay "una nueva versión"? ¡Hombre! ¡A hacerlo si es que fue realmente así, qué maravilla!, pero convengamos en que no es facil tragarse el cuento sólo porque el mismísimo bisnieto de Copetta diga que lo escuchó alguna vez y un reportero llegue y la suelte como si nada... Yo mismo he desechado, documentos en mano, montones de versiones orales de conspícuos "aeronáuticos", mismo asunto que debe haberle ocurrido a varios de mis actuales colegas investigadores, sobre todo en esta época en que la mayoría de ellos trabaja seriamente. Asi es que el revisionismo, cuando se pueda.