Novedades acerca del Vultee BT-13A
Pierde fuerza la idea del "hallazgo"
En efecto, el colega y amigo centroamericano Carlos Mazzali aporta, nuevamente, una serie de decidores datos que confirman una serie de apreciaciones vertidas por mí estos últimos días acá en Santiago a diversos medios de prensa, y sobre las cuales es posible ir armando el rompecabezas:
Según me cuenta Carlos, en dicho país la Viceministra de Transporte declaró que "no existen expedientes de ese accidente en aviación civil¨. Este es un punto que ya habíamos visto antes en otros accidentes de aviones chilenos, particularmente en el caso del TB-25J civil nacional matrícula CC-CAK que se extravió/estrelló en diciembre de 1963 en Paraguay, donde, por declaraciones de Aniano Ramón Orué, jefe de Aeronáutica Civil de esa época en Asunción, nada fue investigado, a pesar de que está documentado que el aparato cayó en ese país, un punto que dejé en claro en la última edición (Nº 20) de la excelente revista argentina especializada LIMA VICTOR, NOTICIAS E HISTORIAS DE LA AVIACIÓN ARGENTINA, a propósito de un interesante artículo acerca de los B-25 que volaron también en ese país y donde se menciona el caso del bimotor chileno. Mazzali continúa diciendo que hacia 1988, en una "operación de limpieza" de papeles que hubo en la DA costarricense, muchos antecedentes escritos desaparecieron, hecho que le consta personalmente. Menos mal que nuestra DGAC ha preservado convenientemente las investigaciones sumarias de accidentes ocurridos desde 1949 en adelante.
El tema de haber sido conocida desde hace muchos años la historia del Vultee ya está bastante claro también: el punto ha sido reporteado por Mazzali in situ, y justamente eso me confirma Ana María Martínez Jacomet, hija del piloto teniente 2º Werner Martínez Giesen, quien me cuenta que la historia de la aparición e identificación de esos restos es larga y con muchos detalles. En tal sentido, ella remonta el descubrimiento de esos restos por parte de su familia por lo menos hacia 1963, donde los diarios de la época habrían recogido los datos. Esta publicación de la prensa hizo que su hijo, nieto del piloto, viajara a Costa Rica en dos ocasiones, viéndose sus esfuerzos coronados por el éxito en el segundo viaje, aunque en la empresa no contó con ningún apoyo oficial chileno. Continúa diciendo que hace un par de años, el mismo nieto de Martínez (de nombre Diego, y aún conmovido con la historia del accidente que había afectado a su abuelo), consiguió la ayuda de un baqueano costarricense, con la ayuda del cual logró llegar hasta los restos del avión, desde los cuales extrajeron algunas pruebas e hicieron las debidas fotografías. Según el relato, el fuselaje del BT-13A estaba "intacto".
En fin: las circunstancias por las cuales recién ahora el tema del BT-13A adquiere fuerza en Costa Rica (y por rebote en Chile) parecen ser cada vez más casuales, y muy lejos de ser un "actual hallazgo".
Adicionalmente, El Mercurio de hoy recoge algunas de mis impresiones personales acerca del tema, dadas dentro del contexto de una extensa entrevista. Una de las cosas que el periódico no alcanzó a publicar fue una explicación de por qué Ecuador ha saltado al baile en algunas de las versiones que han aparecido profusamente en la prensa de estos días. Como si dicho país no estuviera geográficamente lejos de Costa Rica, y eso no bastara para separar las versiones que han corrido o por lo menos mirarlas con un ojo crítico, el asunto es que también en 1943, un mes antes de la caída del Vultee, el día 14 de junio desapareció en la selva Esmeralda ecuatoriana el North American AT-6 Texan FACh 242 (s/n 42-43918) tripulado por el teniente 1º Salvador Opazo Abarca y el suboficial Eduardo Viera A., ambos fallecidos en el hecho. El aparato hacía vuelo de entrega de Texas dentro de una bandada de 5 aviones similares, cuando, durante el tramo Tumaco-Guayaquil, cayó en la tupida selva. El entrenador avanzado, en este caso, fue encontrado prontamente.
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Adicionalmente, El Mercurio de hoy recoge algunas de mis impresiones personales acerca del tema, dadas dentro del contexto de una extensa entrevista. Una de las cosas que el periódico no alcanzó a publicar fue una explicación de por qué Ecuador ha saltado al baile en algunas de las versiones que han aparecido profusamente en la prensa de estos días. Como si dicho país no estuviera geográficamente lejos de Costa Rica, y eso no bastara para separar las versiones que han corrido o por lo menos mirarlas con un ojo crítico, el asunto es que también en 1943, un mes antes de la caída del Vultee, el día 14 de junio desapareció en la selva Esmeralda ecuatoriana el North American AT-6 Texan FACh 242 (s/n 42-43918) tripulado por el teniente 1º Salvador Opazo Abarca y el suboficial Eduardo Viera A., ambos fallecidos en el hecho. El aparato hacía vuelo de entrega de Texas dentro de una bandada de 5 aviones similares, cuando, durante el tramo Tumaco-Guayaquil, cayó en la tupida selva. El entrenador avanzado, en este caso, fue encontrado prontamente.
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