El caso del Lincoln B-019, para terminar
Para dar por terminado el tema del accidente del Avro Lincoln argentino en el extremo sur de Tierra del Fuego en 1950, actualizo con un resumen (editado ahora por E.O.A.) de lo publicado a fines de los 80 por el historiador aeronáutico trasandino Atilio Marino en la desaparecida revista uruguaya de aviación "Aeronoticias", en el artículo "El enigma resuelto del Avro Lincoln B-019", y cuya copia me fue facilitada recientemente por el investigador y amigo Carlos Abella, del blog hermano Roll Out.
Curiosamente, eso sí, el artículo de Marino yerra al consignar la localización geográfica de los restos, pues él la sitúa en las coordenadas latitud 53º 13' Sur y longitud 69º 21' Oeste, a más de 140 kilómetros del lugar real, y casi frente a Punta Arenas:
Curiosamente, eso sí, el artículo de Marino yerra al consignar la localización geográfica de los restos, pues él la sitúa en las coordenadas latitud 53º 13' Sur y longitud 69º 21' Oeste, a más de 140 kilómetros del lugar real, y casi frente a Punta Arenas:
El día 22 de marzo de 1950 tres bombarderos Avro 694 Lincoln de la Fuerza Aérea Argentina (matrículas B-019, B-026 y B-013) despegaron con lapsos de 5 minutos de diferencia desde Río Gallegos con destino a Ushuahia, en una misión de entrenamiento de navegación. Las condiciones climáticas eran excelentes y los aviones tenían buena comunicación entre sí mediante el uso de radios de muy alta frecuencia. Cerca del paralelo 53 la situación climática sobre Tierra del Fuego empeoró rápidamente, lo que pudo provocar el efecto de congelar las antenas de los aviones. Los sistemas de descongelamiento de bota de goma no funcionaron, por lo que las superficies de los aviones comenzaron a acumular escarcha, afectando el vuelo.
Complicada la posibilidad de intercomunicación en la formación, dos de los aviones se devuelven hacia Río Gallegos. Se pierde comunicación con el B-019, que tampoco vuelve a su base. Luego de 48 horas se activa un intenso sistema de búsqueda sobre la zona del lago Fagnano y alrededores, pero no se encuentra nada. Se le declara desparecido.
En abril de 1983, un grupo de andinistas chilenos encuentran restos de un avión de gran tamaño en un glaciar en el extremo sudeste de la bahía Parry, cerca del ventisquero Las Cuevas. Una comisión binacional trabajó desde Ushuahia a contar del 19 de abril de 1983; por lo complicado del terreno no se pudo acceder al lugar del choque principal, sólo logrando recolectar muestras parciales de los restos desperdigados y arrastrados por los sucesivos deshielos. Aparentemente el avión se habría estrellado con la parte superior del glaciar, y de ahí que partes de él hayan estado “cayendo” con los cambios de temporada y los deshielos. En todo caso, se encontraron elementos de prueba suficientes para demostrar que los restos eran del B-019, aunque no se vieron restos humanos entre ellos (detalla las partes y piezas recuperadas en esa primera oportunidad).
El avión estaba al mando del capitán Juan Bautista Mendioroz, e iba acompañado por otros tres oficiales y siete suboficiales (consigna los nombres de todos ellos).
(En el recorte de El Mercurio que se adjunta, obviamente la cita a la fecha del accidente como 22 de mayo de 1950 es un error del diario).