Uno poco conocido
Recuerdo que alguien me preguntó hace tiempo si sabía algo de un aeroplano mostrado en una foto aparecida en una antigua Revista Fuerza Aérea (Nº 168), cuando en esa publicación se tocaban temas de nuestra historia aeronáutica. Pues bien, la foto es la que se muestra aquí, y a su respecto puedo entregar algunos datos bien ilustrativos.
En primer lugar, la imagen describe a un ejemplar del aeroplano de Havilland DH.53 Humming Bird. Una quincena de ellos fue construida por la casa inglesa, y sus características e historia en Europa pueden verse en la red.
En lo que concierne a Chile, que es lo que me interesa primordialmente, sus orígenes en nuestros cielos se remontan a 1929, cuando fue justamente la casa de Havilland la que obsequió con fines promocionales un ejemplar del DH.53 a nuestra Aviación Militar. La idea, según el capitán Carlos Montecino, oficial militar destacado en Londres, encargado de la recepción de los 40 Gipsy Moth comprados por Chile, y con quien la de Havilland se puso en contacto para hacer la donación, era “que se experimentara en aeroplanos de pequeña potencia para su uso como aviones de entrenamiento barato en los clubes civiles” (cualquier parecido con la realidad actual es simple coincidencia). Fue entonces que el 20 de abril de 1929 Montecino se dirigió por escrito a la Dirección de Aviación para comunicar la noticia. El Ministerio de Guerra tomó conocimiento del hecho en mayo siguiente, y el 17 de este mes el comandante Merino Benítez ordenó que la Maestranza Central de Aviación se hiciera cargo del presente.
Lo concreto es que la de Havilland hizo la donación al Servicio de Aviación chileno (y no a Montecino en particular, como sugiere el pie de foto de la revista mencionada), y parece que su servicio acá no fue muy prolongado. Si bien su mantenimiento no difería mayormente del aplicable a otros aparatos más potentes, a la fecha de la transferencia a nuestro país ya se había descontinuado la fabricación del motor de ese aeroplano, por lo que el capitán sólo pudo reunir muy pocas piezas de repuesto.
Lo concreto es que la de Havilland hizo la donación al Servicio de Aviación chileno (y no a Montecino en particular, como sugiere el pie de foto de la revista mencionada), y parece que su servicio acá no fue muy prolongado. Si bien su mantenimiento no difería mayormente del aplicable a otros aparatos más potentes, a la fecha de la transferencia a nuestro país ya se había descontinuado la fabricación del motor de ese aeroplano, por lo que el capitán sólo pudo reunir muy pocas piezas de repuesto.
He buscado someramente en algunas publicaciones nacionales alguna mención acerca del paso de este avioncito por Chile (incluyendo en una edición limitada autóctona de 1998 relativa a la presencia británica en la aviación chilena), pero no he encontrado nada, ni siquiera al más común nivel de su inclusión en un simple listado. Como sea, faltan algunos datos para terminar la historia satisfactoriamente: cómo terminó sus días este monoplano, y en manos de quién (si Flores menciona al pasar en el pie de foto de la revista citada que el aparato era de Montecino, es probable que existiera alguna vinculación posterior ahí; además, la identificación del Humming Bird en manos militares, que alguna debió tener).